
Ya llevo bastante tiempo aquí, casi treinta y un años, y siento que no he visto ni aprendido lo suficiente para estar orgulloso de mí. Y aunque dentro de la cabeza existan infinidad de datos inservibles; Quién descubrió a Keith Moon muerto, cuántas películas ha hecho Meatloaf, de qué habla Lost in Translation (a quién le importa) a mí no, pero lo sé, ¿cuánto cuesta el número de X-Men en donde aparece por primera vez Bishop?, un chingo, ¿Por qué se lo regalé a un amigo al que ni siquiera le importan los comics el día de su cumpleaños? Eso no lo se pero que estúpido de mi parte, ¿dónde vive Chuck Palahniuk?, y miles de millones de maravillosos y patéticos recuerdos.
A veces pienso en mí y pienso que pensar así no me va a llevar a pensar en nada bueno, y que tal vez sólo logre que los demás me piensen de una mala manera. Tal vez debería pensar en cosas más pensables, como el calentamiento global, o millones de pesos en casas, autos y negocios, o en comprar una bicicleta con canastita, ¿esas cosas son lindas no?
Creo que necesito viajar, viajar es excitante pero al mismo tiempo lo contrario, el corazón se llena de hermosas expectativas que pueden convertirse en grandes recuerdos y al mismo tiempo en fatales desilusiones, tal vez viajar me haga pensar en cosas importantes, o tal vez sólo me haga regresar algún día, ojalá muy lejano, con más recuerdos maravillosos como el nombre del mejor actor de carácter de Bollywood, o el número exacto de flores alrededor de la tumba de Jim Morrison.
Lo que si sé… es que en algunos de esos remotos lugares tendré que ver millones de pesos en cosas, sufrir los estragos del calentamiento global y seguramente sentir el viento golpear mi pretenciosa sonrisa mientras conduzco una curiosa bicicleta con canastita.